NERIO JOSÉ ORTIGOZA | EL UNIVERSAL
sábado 28 de mayo de 2011 05:29 PM
Este es el clamor y grito de muchas de las madres y padres actuales de nuestro país.
Pasa a diario, es parte de las estadísticas, ¡otro más!... es nuestra reacción, pero, ¿cuándo nos recuperamos de este dolor?
En efecto pasa a diario, que venezolanos mueren a causa del hampa y nada pasa. Pero, ¿cómo le explicamos a una madre que es parte de las estadísticas, que se resistió que le robaran el carro que compró con tanto sacrificio, que pecó al esperar en frente de una casa a que alguien saliera, o que fue tonto a no bajarse lo suficiente para que la bala no atravesara en su cabeza?
Quizás pensamos ¿a quién se le ocurre? Pero lo cierto es a nadie se le debería ocurrir, sino más bien estar confiados de que estamos en un lugar seguro y que nada nos tendría que pasar.
¿Cómo le quitamos el trauma que tendrá de por vida a un niño que matan a su madre en su presencia?, ¿cómo se recupera ese hijo?, ¿cómo se recuperaría TU hijo?
Pero la generalidad es que vemos la noticia día a día, y no reflexionamos más allá de la noticia, solo hasta que nos pase de cerca.
Y además quizás en el funeral escuchamos comentarios como; "menos mal que murió porque de lo contrario hubiese quedado vegetal".
Esta es la cruda realidad de nuestro país, es la realidad del pensar venezolano, del sentir el bien ajeno y de que la vida debe de continuar. Ya basta de tanta insensibilidad, de tanta crueldad, y de tanta impunidad.
Pasa en nuestra casa, en el colegio de nuestros hijos, en la Iglesia, en todas partes. No estamos seguros en ninguna parte y aún hay aquellos que irónicamente justifican que siempre ha sido así, pero, ¿qué estamos haciendo al respecto?
Una vez más, debemos actuar; pero, ¿cómo detenemos esto?, ¿no hay salida?, ¿no vemos solución?, ¿quién nos puede ayudar? Preguntas sin respuestas concretas, pero al menos sintamos en lo más profundo de nuestras entrañas al imaginar por un momento, que mataron a tu hijo, a tu madre o a tu padre, a tu esposa o esposo.
Hay miedo, mucho miedo. Empecemos por caminar en los zapatos del otro. Sintamos en lo más profundo de nuestro ser la pérdida de un ser querido y la impotencia de no poder hacer nada.
Es nuestra realidad Venezuela, es nuestro legado y es el país que se sigue deteriorando para el futuro de nuestros hijos.
sábado 28 de mayo de 2011 05:29 PM
Este es el clamor y grito de muchas de las madres y padres actuales de nuestro país.
Pasa a diario, es parte de las estadísticas, ¡otro más!... es nuestra reacción, pero, ¿cuándo nos recuperamos de este dolor?
En efecto pasa a diario, que venezolanos mueren a causa del hampa y nada pasa. Pero, ¿cómo le explicamos a una madre que es parte de las estadísticas, que se resistió que le robaran el carro que compró con tanto sacrificio, que pecó al esperar en frente de una casa a que alguien saliera, o que fue tonto a no bajarse lo suficiente para que la bala no atravesara en su cabeza?
Quizás pensamos ¿a quién se le ocurre? Pero lo cierto es a nadie se le debería ocurrir, sino más bien estar confiados de que estamos en un lugar seguro y que nada nos tendría que pasar.
¿Cómo le quitamos el trauma que tendrá de por vida a un niño que matan a su madre en su presencia?, ¿cómo se recupera ese hijo?, ¿cómo se recuperaría TU hijo?
Pero la generalidad es que vemos la noticia día a día, y no reflexionamos más allá de la noticia, solo hasta que nos pase de cerca.
Y además quizás en el funeral escuchamos comentarios como; "menos mal que murió porque de lo contrario hubiese quedado vegetal".
Esta es la cruda realidad de nuestro país, es la realidad del pensar venezolano, del sentir el bien ajeno y de que la vida debe de continuar. Ya basta de tanta insensibilidad, de tanta crueldad, y de tanta impunidad.
Pasa en nuestra casa, en el colegio de nuestros hijos, en la Iglesia, en todas partes. No estamos seguros en ninguna parte y aún hay aquellos que irónicamente justifican que siempre ha sido así, pero, ¿qué estamos haciendo al respecto?
Una vez más, debemos actuar; pero, ¿cómo detenemos esto?, ¿no hay salida?, ¿no vemos solución?, ¿quién nos puede ayudar? Preguntas sin respuestas concretas, pero al menos sintamos en lo más profundo de nuestras entrañas al imaginar por un momento, que mataron a tu hijo, a tu madre o a tu padre, a tu esposa o esposo.
Hay miedo, mucho miedo. Empecemos por caminar en los zapatos del otro. Sintamos en lo más profundo de nuestro ser la pérdida de un ser querido y la impotencia de no poder hacer nada.
Es nuestra realidad Venezuela, es nuestro legado y es el país que se sigue deteriorando para el futuro de nuestros hijos.
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